sábado, 23 de marzo de 2013

Conducta de las abejas

CONDUCTA DE LAS ABEJAS

Es corriente constatar como después de observar plácidamente las idas y venidas de las abejas de una colonia/as nos agreden y nos persiguen si no nos alejamos. El recuerdo de aquel desafortunado encuentro permanecerá imborrable en la memoria reforzado por las secuelas, un intenso dolor y una más que considerable hinchazón, en casos afortunadamente muy escasos todo lo anterior puede llegar a producir reacciones de intolerancia o de alergia con graves o muy graves consecuencias. Todo esto ha dado lugar a un halo de precaución, temor e incluso odio, que dificulta más que otra cosa en numerosos casos la aplicación de las modernas técnicas apícolas ante la incertidumbre de perder el control de las colonias y resultar gravemente dañado. Es normal sobretodo en los profanos y en los principiantes sentir presente ese recuerdo cuando realizan manejos y tienden a un gran nerviosismo cuando dudan de su capacidad de control de la colonia que manejan, o cuando constatan que abejas enfurecidas intentar por todos lados clavarles el aguijón, en la mayoría de los casos está más que justificado ese temor, no es difícil darse cuenta que se ha perdido por completo el control de la situación lo imposibilita para continuar no solo con la colonia en la que nos hallamos sino por añadidura sobre las otras a las que nos acercamos con temor y poca decisión.

No es ningún demérito para un apicultor sea cual sea su nivel perder el control sobre una colonia, pero lo verdaderamente importante es saber o intuir porqué se ha producido y a continuación tomar medidas o evitar en el futuro situaciones que nos lleven por ese camino equivocado.

Si consideramos prioritario realizar una apicultura activa debe ser objetivo principal conocer en profundidad los comportamientos naturales de las abejas, pues somos nosotros los que nos adaptamos a ellas, conociendo e interpretando sus reacciones y tan solo sometiéndolas cuando se altera la agresividad natural mínima impidiéndonos continuar con nuestro trabajo. Tenemos presente que nos protegemos tan solo para evitar daños accidentales y nunca para aislarnos de ellas. Nuestra protección nos evita llevar un pinchazo en un sitio delicado de la cara, por eje. pero su misión no es evitar que nos lleguen las abejas a cualquier otro sitio en cualquier situación, para lograr que no nos agredan fuera de un pequeño número, debemos manejar la colonia correctamente, como es sabido la agresividad es hereditaria, por ello es diferente según la raza que manejemos y diferente entre colonias de la misma raza, es algo mayor en colonias con reinas jóvenes, pero sobretodo la calidad de los manejos tiene una influencia decisiva en sus manifestaciones. Todos aquellos manejos que impliquen gran muerte de abejas deben considerarse defectuosos y proclives a exacerbar la agresividad de las colonias que se mantendrán alerta durante varios días después de realizado el manejo, impidiéndonos acercarnos. En el análisis de la conducta de las abejas separamos dos aspectos diferenciados:

reacciones ante las perturbaciones recibidas.

información que se deduce de la conducta observada a la colonia.

Reacciones ante las perturbaciones.

Según sea la distancia que separa la colonia del emisor las podemos clasificar en:

lejanas.

cercanas.

en el entorno inmediato captadas directamente dentro del nido.

Cuando las abejas están muy lejos de la colonia y su misión solo es el acarreo de néctar o elementos útiles son totalmente pacificas y pueden ser acariciadas con cuidado de no aplastarlas, en esas condiciones si algo las molesta sencillamente se van a otro sitio.

Cerca de la colmena se muestran agresivas cuando nos interponernos en sus rutas de vuelo, especialmente al partir y menos al regresar están muy atentas a movimientos y olores.

En el entorno inmediato son las abejas que han hecho los primeros vuelos junto a las más viejas las encargadas de defender el nido, en el interior de la colmena se suman las obreras mas jóvenes quedando sólo excluidas las recién nacidas. En las horas de gran actividad están en el campo la mayoría de las pecoreadoras con lo que restamos un buen número de abejas lo que contribuye al manejo aumentando la facilidad de realizarlo.

De estas tres formas de comportamiento la que nos interesa de forma prioritaria conocer es esta última, sobre cuyas causas podemos actuar, las primeras no tienen relevancia y las segundas tienen una interrelación con las últimas.

Debemos conocer en detalle los motivos que hacen que una colonia tranquila hasta nuestra intervención se presente ahora intolerante hacia nosotros, este conocimiento nos evita actuar pendientes de la sorpresa lo que hace nuestro trabajo agradable y confiado, manteniendo en todo momento una actitud positiva hacia ellas, lo que ayudará sobremanera en el control, nuestro miedo es detectado con gran precisión y no dudan en aprovecharse de nuestra debilidad, el control severo después que una nube de abejas nos han agredido no es propio de la apicultura de calidad que debemos realizar, es necesario profundizar en el conocimiento del comportamiento de las colonias.

Reacciones a causas cercanas.

Las abejas alteran su ritmo de trabajo cuando perciben alguna/as de estas cuatro causas básicamente:

vibraciones captadas.

movimientos bruscos.

percepción de olores desagradables para ellas.

condiciones meteorológicas adversas.

Las colonias son extraordinariamente sensibles a las vibraciones captadas, basta el menor golpe en la madera para que respondan con un zumbido desde el interior, es una señal de aviso, pero no solo eso, las vibraciones recibidas desde algunos metros las recogen y así el corte de la hierba cercana es recibido como una perturbación molesta, seguramente las raíces íntimamente unidas a la tierra servirán de elemento conductor hasta la base de la colmena y como en el interior todos los elementos se hallan fijos por la propolización la atenuación que cabe esperar es escasa provocando entonces su irritación. Sucede lo mismo cuando las máquinas agrícolas trabajan cerca de los asentamientos y aún hallándose detrás de muros son sus conductores atacados. La cercanía de ferrocarriles o carreteras son causa de malestar que se traduce en un aumento de la agresividad al ir a manejar, sea cual sea la técnica empleada.

Cuando nos hallamos trabajando en la colonia la causa más frecuente de irritación está en los golpes dados al mover los elementos constitutivos, debemos ser muy cuidadosos y evitarlos en toda ocasión, trabajando con lentitud y sobretodo despegando los marcos ayudados de las dos manos, evitando los desplazamientos bruscos que son causa de choques con otras partes causando alarma entre la población y predisponiéndolas al ataque.

La segunda causa que provoca agresividad inducida son los movimientos bruscos, está probada la dificultad que tienen las abejas para ver objetos que permanecen quietos y así podemos comprobar como chocan contra la madera de la colmena o de la tabla de vuelo cuando regresan en días de calma, si el objeto de su atención se mueve muy aprisa detectan con precisión donde se halla, si queremos alejar una abeja dando manotazos no solo estamos ayudándola a localizarnos con precisión además le manifestamos hostilidad y sola cabe esperar un pinchazo.

Una abeja vigilante ve perfectamente el movimiento de un dedo cuando lo movemos rápidamente desde una distancia de más de cuatro metros, lanzándose en esa dirección si se persiste en esa actitud. Si las abejas no están vigilantes no hacen cuestión de la presencia de personas sino se las molesta de otra forma, esto solo sucede en colmenares con un nivel de agresividad bajo, puede ser este un modo de medir la repercusión de nuestros manejos en el comportamiento de las colonias.

Al remover la colmena para abrirla las vibraciones producidas son la primera causa de alerta, los movimientos bruscos de nuestro ahumador espátula y los de los elementos constitutivos de la colmena no son sino añadidos que provocarán una nube de abejas agresoras, para nosotros es la segunda causa de agresividad inducida y un motivo para variar nuestra técnica si es necesario.

En tercer lugar sabemos que cuando nos situamos cerca de las colmenas y no reducimos vibraciones indeseables ni movimientos bruscos las abejas nos detectan por la llegada al nido de nuestro olor o el de nuestros vestidos o herramientas que portemos.

El concepto de buen olor no es para las abejas igual que para nosotros, dándose el caso de utilizar elementos de la industria aparentemente apropiados y encontrarnos con abejas limpiadoras que hacen todo lo posible por arrojarlos fuera de la colmena.

Su mayor tolerancia está, como es lógico, en los materiales naturales, que debemos usar para odorificar elementos nuevos y evitar rechazos, la hierba de la abeja Ophrys Apífera es muy conveniente para frotar los guantes tan pronto han sido pinchados y hacer que desaparezca el olor del veneno asimismo lo podemos usar para frotar el buzo o la misma careta para evitarlo, el propóleos disuelto en alcohol se puede usar para dar olor a las maderas. Los olores procedentes de otros elementos emisores son objeto de acoso y agresividad lo mismo que los animales y deben mantenerse alejados de las colonias o evitar realizar manejos cuando ellos estén presentes en al ambiente.

En el cuarto apartado están todos los fenómenos atmosféricos que influyen negativamente en la recolección del néctar y que son por si mismos motivo de cólera para las abejas. El viento, el intenso calor que provoca gran evaporación de néctar y pobre recogida, tormentas de verano, nieblas , etc. y siempre que el acopio de néctar es escaso hacen que la colonia este alterada y muy atenta a todo lo que sucede en el entorno, los buenos manejos solo son posibles cuando se está de forma simultánea recogiendo una gran cosecha.

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